Solemos pensar que Papá Noel es un personaje inventado, fruto de la imaginación colectiva para alegrarnos la Navidad. Sin embargo, ese anciano de barba blanca, traje rojo y mejillas sonrosadas pudo haber existido en la vida real. Los orígenes del mito son muy lejanos pero al seguirlos nos conducen a una pequeña ciudad en el país que hoy conocemos como Turquía.
El nacimiento de un mito
La historia cuenta que todo se remonta al siglo IV, en Patara, una ciudad de Licia. En aquella época, en el seno de una familia acomodada, nació un niño al que llamaron Nicolás de Bari. Se dice que desde muy pequeño Nicolás sobresalió por su extrema bondad y generosidad, sobre todo con las personas más pobres.
Sin embargo, la desdicha tocó a su puerta. Siendo aún muy joven perdió a sus padres, quienes murieron víctima de la peste. Así, Nicolás heredó una gran fortuna, pero a los 19 años decidió donarla a las personas más necesitadas y se marchó a Mira, donde se dedicó al sacerdocio. Su entrega hacia los demás fue tan completa que llegó a convertirse en obispo y, más tarde, en el santo patrón de Turquía, Rusia y Grecia.
Lo curioso fue que como Nicolás falleció un 6 de diciembre, las personas cercanas decidieron que su historia y enseñanzas eran perfectas para encarnar el espíritu de la Navidad. Más tarde, alrededor del siglo XII, la tradición vinculada a San Nicolás se difundió por toda Europa. Cinco siglos después, de la mano de los emigrantes holandeses, San Nicolás desembarcó en Estados Unidos y desde ahí el mito volvió a tomar fuerzas para extenderse al resto del mundo.
Sin embargo, los historiadores cuentan que el aspecto de San Nicolás de Bari en realidad era muy diferente al que le atribuimos hoy ya que este religioso era muy alto y de complexión delgada. Lo que sí es cierto, al menos en parte, es la enorme bolsa en la que lleva los regalos.
Cuenta la leyenda que en una ocasión el santo supo que un hombre pobre de su ciudad tenía tres hijas pero no las podía casar pues no tenía la dote necesaria. Así, las muchachas estaban condenadas a quedarse solteronas. El santo puso remedio a este problema entrando en secreto a la casa y colocando una bolsa de oro en los calcetines de las niñas, que estaban colgados de la chimenea para que se secaran. Aquella sería la primera vez que se hizo un regalo por Navidad.
Como colofón, debes saber que Santa Claus se llama así por el nombre en alemán del santo, que sería San Nikolais. En la actualidad sus restos descansan en la ciudad de Bari, en Italia.
El devenir de la imagen moderna de Santa Claus
Más allá del personaje real que pudo haber inspirado el mito de Santa Claus, lo cierto es que la imagen moderna que hoy conocemos se debe al escritor inglés Clement Moore. En 1823 este escribió un poema titulado «Una visita de San Nicolás», en el que imaginaba a un Papá Noel muy parecido a un duende que surcaba los cielos en un trineo tirado por nueve renos.
En 1863 el dibujante Thomas Nast le dio otra vuelta de tuerca al personaje. En aquella ocasión tenía que dibujar unas tiras navideñas que aparecían en Harper’s Weekly y le confirió un aspecto bonachón y más rechoncho.
Más tarde, en 1931, Coca Cola le pidió al pintor Habdon Sundblom que creará la imagen de un Papá Noel más real, que las personas pudieran sentir más cercana, para promocionar mejor su producto. Fue así como surgió finalmente la imagen que todos conocemos: un anciano de barba blanca, vestido de rojo y con botas negras, una clara alusión a los colores de la marca.
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